El uso de pesarios vaginales es una opción común y segura para tratar el prolapso de órganos pélvicos, especialmente en mujeres mayores o con alto riesgo quirúrgico. Sin embargo, cuando no se da un seguimiento médico adecuado, pueden surgir complicaciones graves.
En este artículo presentamos el caso clínico de una mujer de 73 años que sufrió una ruptura completa de vejiga y un prolapso grado 4, tras varios años de uso continuo de un pesario sin controles médicos regulares. El abordaje quirúrgico transvaginal realizado en un solo tiempo permitió resolver satisfactoriamente esta compleja situación.
¿Qué es un pesario y cuáles son sus riesgos?
Los pesarios son dispositivos de silicona que se colocan dentro de la vagina para brindar soporte a órganos prolapsados como la vejiga, útero o recto. Suelen usarse como tratamiento conservador para mujeres con prolapso de órganos pélvicos, particularmente en quienes no pueden o no desean someterse a cirugía.
Aunque suelen causar solo efectos secundarios leves —como flujo vaginal, sangrado o irritación—, el uso prolongado sin seguimiento médico puede provocar complicaciones graves como erosión profunda de los tejidos, fístulas o, en casos excepcionales, ruptura de la vejiga.
El caso: ruptura vesical y prolapso completo
La paciente, con antecedentes de prolapso uterino grado 4, eczema crónico y tabaquismo, había utilizado un pesario anular durante la pandemia de COVID-19. Durante ese periodo, sólo acudió tres veces al médico para el cambio del dispositivo.
Años después, acudió al hospital por una infección urinaria. Al ser evaluada, se detectó que el pesario había erosionado completamente la vejiga, el útero y otros órganos. Se evidenció un prolapso total de la vejiga, cérvix, uréteres e intestino delgado. La vejiga estaba rota y completamente evertida, con exposición de su interior.
Una tomografía confirmó severa congestión pélvica y torsión de los uréteres.
Tratamiento quirúrgico exitoso
Se decidió realizar una cirugía transvaginal en un solo tiempo, algo poco común en este tipo de casos tan avanzados. Se colocaron catéteres en los uréteres y se redujo el prolapso antes de proceder a la reparación.
La ruptura vesical fue cerrada con suturas reforzadas con tejido vaginal para mejorar el soporte. Además, se practicó una histerectomía transvaginal y se reconstruyó la pared vaginal. Finalmente, la vejiga se remodeló en forma de “T” para reducir la tensión y se colocó una sonda vesical para asegurar la cicatrización.
Recuperación sin complicaciones
La paciente fue dada de alta al día siguiente sin incidentes. Tres semanas después, una cistografía demostró que la vejiga había cicatrizado correctamente, sin fugas. Ese mismo día se retiraron los catéteres ureterales.
Reflexión médica
Aunque poco frecuentes, las complicaciones graves por el uso prolongado de pesarios existen y pueden comprometer seriamente la salud de la paciente. Estudios indican que hasta el 83% de mujeres que usan pesarios durante más de un año pueden presentar efectos adversos menores. Sin embargo, casos como este subrayan la importancia de un control médico constante.
Este caso es excepcional no solo por la severidad de las lesiones, sino por haber sido resuelto exitosamente con una única intervención transvaginal, evitando cirugías abiertas o procedimientos por etapas.
Conclusión
Los pesarios continúan siendo una herramienta valiosa en el tratamiento del prolapso de órganos pélvicos. No obstante, este caso clínico destaca los riesgos asociados a su uso sin vigilancia médica, y demuestra que, incluso en los escenarios más complicados, existen opciones quirúrgicas efectivas que pueden restaurar la salud y calidad de vida de las pacientes.
Referencias:
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